Hay que agradecerle al Liverpool esos finales agónicos, esos goles mezcla de casta, clase y mentalidad de agarrarse a lo que sea: un rebote, un rechace en la frontal, un balón que parece perdido, un centro pasado, un balonazo a lo que salga... Lo mejor es que por mal que juegue, por abajo que esté en el marcador, pocos equipos te dejan pegado al sofá esperando una remontada como los reds.
El gol de Torres, Kuyt se retuerce para dejársela perfecta con el pecho.
Gerrard, botando, dentro del área, a su derecha... un regalo como pocos.
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