sábado, 26 de junio de 2010

Robson por Carlin

Nadie mejor que John Carlin para escribir un artículo sobre Bobby Robson.

Bobby Robson, que murió el viernes pasado, a los 76 años, tras perder la última de sus cinco batallas contra el cáncer, elevó el concepto loco por el fútbol a una categoría desconocida. "Es mi droga, es mi vida", decía Robson, que ejerció como profesional durante 60 años, que jugó para la selección inglesa y después la entrenó, que ganó títulos en cuatro países. Vivía un partidillo de entrenamiento, seis contra seis en un campo reducido, con la misma intensidad que una final; veía todo el fútbol que podía en televisión, todas las Ligas de todos los países, y trataba a sus jugadores como si fueran sus hijos. Cuando estaba en el Barcelona, no se cansaba de hablar del talento puro de Ronaldo o de la tenacidad de Luis Enrique, en cuya dedicación al trabajo Robson veía un fiel reflejo de la suya. "I love Luis Enrique", me dijo una vez; "I love him!" ["¡adoro a Luis Enrique, le adoro!"].

[...]

Murió el viernes por la mañana. Desde el lunes había estado en la cama, agonizando. ¿Pero qué hizo el domingo? Fue a un partido. Un partido benéfico, en su honor, para recaudar fondos para la lucha contra el cáncer. Fue en Saint James Park, el estadio del Newcastle, el equipo que iba a ver jugar con su padre cuando era pequeño. La ovación con la que le recibió el público cuando entró en un campo de fútbol por última vez, en una silla de ruedas, combinó afecto, orgullo y admiración. Hay muchas ovaciones en el mundo del fútbol. Pocas han sido tan merecidas como ésa.

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Personalmente, la imagen que siempre tendré de Bobby Robson (y que no he encontrado en YouTube) es la rueda de prensa posterior al 5-2 del Barça al Atlético de Madrid en la Supercopa de España jugada en Montjuic (el césped del Camp Nou había sido replantado); fue el día de la elástica de Ronaldo a Geli (tampoco encontrada) y del slalom de Giovanni. Robson, en esa rueda de prensa, estaba entusiasmado, dijo que no había visto nada igual refiriéndose a los dos brasileños, que era increíble, no paraba de decir 'dribble, dribble, dribble...' en referencia a la jugada de Giovanni. Puro entusiasmo.

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