Sincera entrevista en El País a uno de esos jugadores que necesitaba muy poco para marcar un gol.
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P. Volvió para jugar en el Barça la última temporada de Johan Cruyff en el banquillo, y jugó con su hermano Roger, Celades, Toni Velamazán, De la Peña, Moreno y Quique Álvarez...
R. Un año inolvidable, aunque no ganamos nada, por culpa de pequeños detalles. Jugamos la final de la Copa, fuimos subcampeones de Liga y semifinalistas de la UEFA... Pudimos ganarlo todo y en dos semanas lo perdimos todo. Para un equipo tan joven y con tan poca aportación de los extranjeros, el nivel de juego y competitividad fue altísimo. Todavía me pregunto por qué no se dio continuidad a aquel equipo que se estaba formando y que mostraba garantías de ganar muchos títulos.
P. ¿El partido cumbre de aquel equipo fue la goleada en el Villamarín: 1-5?
R. Yo también tenía idealizado aquel partido, pero lo he vuelto a ver y no hubo para tanto bombo, porque en la primera parte nos podían haber metido un carro. No, no fue el mejor. En la época del dream team pasaba lo mismo: vuelves a ver partidos y dices 'hombre, pues tampoco jugábamos siempre tan bien'. Puestos a elegir, me quedo con la primera parte de la semifinal de la Copa de la UEFA en Múnich.
P. Inolvidable: 2 de abril de 1996 y usted de delantero centro.
R. Sí, una de las pocas veces que llevé el 9. Jugamos de verde, hacía mucho frío. Nadal, Abelardo y Sergi estaban sancionados, así que mi hermano jugó de lateral izquierdo y ¡Pep [Guardiola] marcó a Klinsmann! Jugamos una primera parte extraordinaria. Debimos resolver la eliminatoria, pero no aprovechamos y lo pagamos: 2-2. Cruyff nos felicitó. Jugamos tan bien que antes de empezar hubiéramos firmado el 2-2, pero al final acabamos muy tristes. Marqué al cuarto de hora y terminamos la primera parte 0-1, pero pudimos marcar cinco. Luego, nos remontaron y al final, Hagi marcó el empate. Aquel año nos fallaron los extranjeros. En la vuelta perdimos 1-2.
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R. [...]También llegó Kodro, bosnio, que venía de enchufarlas todas en la Real. Pero llegó en un momento terrible para él por la guerra de los Balcanes. De hecho, si me convertí en delantero centro de aquel equipo fue por la guerra de los Balcanes.
P. ¿Por qué?
R. Kodro estaba muy descentrado, es natural. Se le notaba que muchos días tenía la cabeza en su pueblo, donde morían o desparecían cientos de personas. Le era imposible pensar en el fútbol. Lo pasó muy mal.
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P. ¿El gol es un don?
R. Sí, el gol no se enseña. Hay jugadores que pueden pasarse 89 minutos en el área y no tocarán la pelota. A un delantero centro le caen dos al pie y mete las dos. ¿Por qué? No lo sé. Yo tenía facilidad para eso. Cuando el partido se encallaba, Cruyff me decía: 'Sal, marca un gol y liquida el partido'. Cruyff era así: salías de la charla y pensabas: 'Está iluminado', pero llegabas el campo y eso que era raro, ¡pasaba! Recuerdo que esa frase me la dijo un día contra el Espanyol. Íbamos 1-1, marqué en el 90, después de que Lardín rematara al palo; se fue Prosinecki por la izquierda, y ahí estaba yo.
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