domingo, 20 de junio de 2010

Dos meses para nada

Dos meses tuvieron Caparrós y el Athletic de Bilbao para preparar la final. No se notó. El Barça de este año es un equipo superlativo, difícil de defender, un vendaval ofensivo que tiene y usa los jugadores idóneos para interpretar ese fútbol y esa filosofía del juego. Un equipo al que se le puede ganar uno de cada diez enfrentamientos siendo generoso. Pero eso no quiere decir que sea imposible. En las dos últimas semanas Valencia y Chelsea dieron pistas de cómo hacerlo; ninguno de los dos consiguió ganar, pero sí poner en apuros al equipo de Guardiola.
¿Qué hizo el Athletic? Poco o casi nada. Tapó a Busquets pero no tapó a Xavi. Fue a presionar hasta la línea de fondo la salida del balón de los centrales blaugranas, dejando un enorme hueco entre líneas y rompiendo el dibujo defensivo; curiosamente luego les dejaba cruzar la línea de mediocampo con el balón controlado y sin oposición (gol de Touré). Ocupó las bandas cuando el único que llega a línea de fondo y de tanto en cuando es Alves. No escalonó la defensa sobre Messi. No acumuló jugadores en el centro ni juntó las líneas de mediocampo y defensa. No lanzó ni un solo balón decente a Llorente para que fijara la defensa. Físicamente dio la sensación que a la media hora estaba fundido. Excepto en el gol de Xavi, en los otros tres falla todo el sistema defensivo: en el primero dejan que Touré avancé sin oposición, y sí, le sale un regate afortunado y un tiro que pasa entre las piernas del defensa, pero a su derecha tenía a Xavi completamente solo con diez metros sin nadie a su alrededor; en el segundo nadie se ocupa de Messi, el argentino suelta el pase y nadie lo sigue, rebote y gol; el tercero es un contraataque, pero el balón que pierde el Athletic es en la frontal del área, sin estar volcado, con 2-1 abajo y en el minuto 60, y durante toda la jugada el Barça tiene superioridad numérica. A todo esto sumemos que sobre el terreno de juego no estaban Iniesta ni Henry, con lo que el Barça no abría el campo ni repartía la tarea de generar juego entre tantos jugadores como es habitual.
¿Tiene el Athletic los recursos de un Chelsea o un Valencia? No, y a lo mejor, y a pesar de los tópicos, ya no es aquél equipo aguerrido de antaño y se ha quedado a medio camino entre la técnica de unos pocos y la garra del resto, en tierra de nadie. Pero la imagen de ayer fue la de equipo desarbolado y superado. De haber sido un partido de liga no pasaría nada, pero habiendo tenido dos meses para estudiar al rival me pareció que, más allá del resultado, Caparrós y el equipo suspendieron.

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