Arshavin, Quaresma y Robbie Keane.
Por fin el ruso sale del Zenit, rumbo a Londres, al Arsenal de Wenger, que por fin va a tener alguien desequilibrante y distinto para que sus ataques estáticos no parezcan posesiones de balonmano. Si ayuda a liberar un poco a Nasri, se recupera Cesc a tiempo para Champions y Adebayor recupera parte del olfato goleador que se le intuyó el año pasado, el equipo de Wenger gana muchos enteros. De hecho, desde que acabó la Eurocopa Arshavin era el fichaje que un grande tenía que hacer, es el jugador disponible más diferente que había en el mercado, el que es capaz de levantar a la gente de su asiento y decidir un partido con una acción. Lo de la adaptación, la irregularidad y la intermitencia queda para otro día, pero con 27 años y en un equipo como el de los gunners, que siempre quiere tener el balón, todo esto debería quedar mitigado.
Quaresma, denostado por Mourinho y el paupérrimo juego del Inter que sólo utiliza las bandas para que suba Maicon -Mancini tampoco se está saliendo-, recala en el Chelsea. Otro jugador que debería ayudar a cambiar de marcha a un equipo que parece que se alimenta de gasolina Diesel, incapaz de cambiar el ritmo en tres cuartos de campo con los Ballack, Deco, Lampard, Mikel & Cía. Se puede forrar con algunos de los laterales y centrales que pululan la Premier; seguro que en alguna casa de apuestas ya se puede jugar a dinero al primer gol o centro de rabona.
Robbie Keane, ver para creer, 23 kilos de ida en verano, 12 de vuelta en invierno; esto pasa en Barça o Madrid y tenemos gente en las calles. No vi al Liverpool muy sobrado frente al Chelsea como para desprenderse de un delantero así, por mucho que no funcione -cosa que juraría que vaticiné, que no mezclaba bien con Torres-. De todas formas habrá que ver qué hace ahora el Tottenham con Defoe, Bent, Pavlyuchenko y Keane -dos minutos después leo que Defoe se ha roto-, y si el Liverpool tiene suficiente con Torres-Kuyt y las apariciones de Babel, que no acaba de despegar.
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