Habrá que empezar a repartir puntos a todos los que llegan con la portería a cero en el descanso frente al Barça, sobre todo en el Camp Nou. Ayer, a pesar del vendaval de juego del Barça, no pude evitar sentir admiración por la entrega del Numancia, por todos esos balones salvados en el último momento, con defensas tirándose al suelo para tapar chutes que parecían destinados a ser gol. Y no sólo eso, además lograron acercarse a la portería del Barça. No negaré que ante tanta goleada y juego sublime de los azulgrana echo de menos un poco de emoción, de partido reñido -como el de Osasuna-, de gol catártico en el minuto 90; ayer era el partido perfecto para sufrir hasta el final, pero no, la entrega de Alves unida al giro tobillero de Messi, digno de un Ibrahimovic cualquiera, rompió el partido. Y con el 4-1 en el marcador cinco ocasiones clarísimas más de gol, como si este equipo se estuviera vengando de los dos últimos años de desidia.
El primer gol.
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