Los mejores 45 minutos de la temporada, al nivel del juego mostrado la temporada pasada, acaban con la virginidad del Barcelona de Guardiola.
Partidazo con segunda parte antológica. Presión, posesión con sentido, constantes cambios de posición, con Iniesta y Messi percutiendo y encarando constantemente, Ibrahimovic y Henry intercambiando posiciones y habilitando la llegada de la segunda línea, Xavi ordenando el juego en las inmediaciones del área, Piqué ganando casi todos los balones aéreos y Puyol y Abidal cerrando atrás. No brilló Alves en ataque, en parte porque Messi monopolizó la banda derecha y desbordó a Fernando Navarro sin necesidad del dos contra uno, en parte porque Jiménez puso a Navas durante parte del segundo tiempo para fijar al brasileño.
A nivel individual nada que reprochar a nadie, con un Messi que ha tenido cuatro ocasiones de gol claras -dos salvadas por un Palop providencial, otra que da en el palo y una picada que se va fuera-, unos Xavi e Iniesta imperiales -gol desde fuera del área del primero y una jugada que iba para enmarcar del segundo que fue rebañada en el último momento después de sentar al portero y un defensa-, un Puyol que está, sin duda, en el mejor momento de su carrera y que incluso ha subido el balón con criterio en momentos de apuro, un Busquets que es el termómetro del juego del equipo -si juega a uno o dos toques es que la cosa funciona, hay movilidad y espacios, lo contrario es sinónimo de atasco-.
En la parte no tan positiva un Henry que sigue sin ser un jugador desequilibrante, que no quiere decir que juegue mal, pero no marca la diferencia, un Ibrahimovic que ha tenido dos ocasiones que un nueve de equipo grande no debería perdonar -la volea de la primera parte, el rechace del palo a puerta vacía de la segunda-, pero quien más quien menos sabía que cambiar a Ibra por Eto'o comportaba perder algo de gol a cuenta de generar más juego. Y los cambios, la entrada de Bojan y Pedro a falta de siete minutos rompió el ritmo del Barça -o eso me pareció a mí-; se perdieron los apoyos de espaldas y el juego aéreo de Zlatan y la posibilidad de una llegada dede atrás de Alves -aunque es cierto que Pedro participó en dos jugadas de peligro-.
Y como no, el héroe del partido: un Palop inmenso, un portero que de no haber vivido a la sombra de Cañizares demasiados años tendría un mayor reconocimiento popular.
En definitiva, partidazo. Y ahora imaginemos que la Copa fuera a partido único y todos los partidos se jugaran con esta urgencia.
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